“Diario de un soldado” por Patricio Rivero
“31 de septiembre de 1939, Adolf Hitler puso en marcha la estrategia blitzkrieg invadiendo así el territorio de Polonia… Nosotros lo rusos tuvimos que ayudarlo para recuperar la parte del antiguo territorio de nuestro zar Nicolas II… creo que este es el comienzo del Apocalipsis”.
Este es mi pequeño diario -le dije a mi mejor amigo Yuriy.
Yuriy: -cuando estemos en Moscú pienso que estaremos mejor.
Boris: -espero que tu positivismo sea de ayuda, yo ya quiero ver a mi Raisa.
Yuriy: -así será mí querido amigo.
Yuriy y Boris, junto con el resto del pelotón que había quedado después de la ofensiva, llegaron a Moscú para recuperar fuerzas y curar a los heridos. Además tenían tiempo para saludar a sus amigos y familiares. Boris fue el primero en irse a saludar a su amada Raisa, no le importaba mucho el disparo que había recibido en la pierna derecha, él solo quería ver a su amada. La buscó por todos lados, sin cesar. Al final, la encontró en una de las plazas principales de Moscú a la que ella siempre iba para reflexionar las cosas y pensar un poco.
Boris: -¡Raisa!, mi amor… te busque por todos lados, pase varias veces por tu casa y vos no te encontrabas…
Raisa: -¡Boris!, mi vida… pequeño idiota, sabes que cuando no estoy en mi casa es que me encuentro acá...
Boris: -lo siento, creo que se me habrá olvidado… el problema es que estuve muy preocupado por ti cuando estaba en el frente de la invasión…
Rasia: -¡calla!, no me hables de ese tema… espero que ya no te llamen mas para estar en la batalla.
Boris: -yo no diría eso, estamos en pleno conflicto, es casi inevitable que no me llamen
Rasia: -en ese caso disfrutemos este momento (y con lágrimas que caían de sus ojos y acariciaban lentamente sus mejillas abrazó a Boris muy fuertemente).
Boris: -no llores querida, te prometo que volveré.
Raisa: -¿en verdad lo prometes?
Boris: -así es mi amor, te prometo que volveré a tu lado.
En ese mismo instante el general Nikolay Kozlov estuvo avisando por medio de un megáfono que todos los reclutas deberían ir al punto de reunión para dictarles las siguientes órdenes.
Raisa: -no creo que sea muy urgente eso
Boris: -debemos seguir las órdenes que nos dictan, y eso es una orden-
Raisa: -bueno, no quiero que te pase nada (en ese instante Rasia se despidió de Boris de una forma cálida y apasionada).
Boris: -hasta luego mi amor.
Raisa: -hasta pronto… no te olvides de la promesa que me hiciste.
Ella lo veía partir con una lágrima en su mejilla izquierda y en el momento en que Boris estaba a unos 30 metros ella recibió un disparo en la cabeza del lado del parietal derecho a unos dos centímetros del temporal del mismo lado. Todos corriendo para cubrirse y miraron a todos lados para ver de donde provenía el disparo, fue en ese momento en el que Boris la vio. Él instante en el que la vio fue el instante en el que todo su mundo se hizo trizas, cenizas, se desfragmentó toda su vida, jamás olvidará esos terribles momentos en el que el tiempo pasaba tan despacio y todo se desvanecía frente a sus ojos.
Corrió y corrió pero nunca llegaba a su apoyo. Por fin la alcanzó, pero era demasiado tarde para ayudarla. Desmesuradamente gritaba para que lo ayuden pero todos lo miraban sabiendo que era imposible que se salvara. El médico del pelotón y mejor amigo de Boris le dijo lo que él ya sabia pero que no quería aceptarlo.
Boris: -¡Yuriy!, ¡Yuriy!, ¡has algo… has algo maldita sea, para salvarla!
Yuriy: -Lo siento amigo, ya no hay nada que pueda hacer… no tiene pulso… la bala atravesó su cabeza de lado a lado… no hay manera de que sobreviviese.
Boris: -¡Mientes!, ¡deja de mentir!...
Llorando gritaba “¿por que?, ¿Por qué sucedió esto?” y Yuriy no podía hacer nada para calmar su terrible dolor.
Boris al ver que Yuriy no hacia nada lo golpeó en el lado derecho de la cara. Yuriy lo único que pudo hacer es agarrarlo de las manos y luego abrazarlo para que se desahogue. Lloraba y lloraba sin cesar hasta que el general dijo: -ya no hay nada que hacer… lamento su pérdida pero piense que podrá vengar su muerte luchando para su patria-. Al escuchar sus palabras, Boris, se levantó, se puso firme y levantando la mirada hacia su general dijo: -¡Si señor!, ¡luchar y proteger mi patria serán desde hoy mi único interés!...-me alegro de oír eso- dijo el general.
Boris caminaba con la frente en alto mientras caían lágrimas de sus ojos llenos de odio y rencor. Recuerdo las palabras que repetía una y otra vez cuando marchaba hacia la batalla siguiente: “el día en que vea al desgraciado que tiró mi mundo abajo será el día en que ira al infierno”.
“Noviembre 30, 1939.Estamos a punto de atacar Finlandia. Al parecer, demandábamos que la frontera se moviese 25 kilómetros tierra adentro finlandesa desde Leningrado, además de permitirse la construcción de una base naval en la península de Hanko. A cambio de esto, nosotros ofrecimos un territorio en la región de Carelia con el doble de extensión pero mucho menos desarrollado. Solo queríamos asegurarnos de estar preparados y protegidos para la guerra que tarde o temprano se desarrollaría con Alemania”.
Bueno, por lo menos eso es lo que escuche del general Nikolay Kostov mientra conversaba con otras autoridades por teléfono.
Esa misma tarde, mientras marchábamos hacia la lucha, fuimos interceptados por un pelotón sorpresa, eran pocos y nosotros éramos 9 divisiones, cada una de las cuales tenia 50 BT-7-2 con cañón de 45 mm pero al parecer sabían defenderse muy bien. En ese mismo momento tome mi PPSh-41 y de una sola ronda elimine a 7 fineses mientras corría hacia ellos, luego me infiltre en las trincheras desde donde nos disparaban y extermine a otros 6. Me había quedado sin balas luego de tal hazaña, pero sin embargo eso no me detuvo, desenfundé mí Tokarev y comencé a mirar hacia todos lados, ya no había nadie.
Cuando me dispuse a guardar mi pistola escucho que alguien se acercaba, no dude ni un segundo y me dí media vuelta para ver quien era, en ese momento siento que alguien me golpeo fuertemente en el estómago, por suerte llevaba mi diario, que detuvo un poco el impacto dándome tiempo para que yo lo golpease en la nariz con mi pistola. Él no tardó en responderme con un derechazo en el pómulo izquierdo, le dí un par de golpes en la cara y luego una patada en la ingle, eso lo alejo lo suficiente como para poder alzar mi pistola que fue arrojada al suelo en el momento de la lucha, le disparé varias veces, creo que 7 veces, pero solo las cuatro últimas alcancé a darle. La primera fue en el hombro, luego en la parte anterior del muslo derecho, después en el estómago y para asegurarme de que muriera definitivamente, me acerqué a él y le dí el disparo final en la cabeza. Le disparé en el costado izquierdo, parte de sus sesos fueron esparcidos sobre el suelo y otros contra la pared de la trinchera.
Nunca antes había sentido tal sensación de satisfacción al verlo tirado, muerto y con los sesos esparcidos por doquier, creo que la muerte de mi amada Raisa me hizo perder totalmente mis sentimientos.
Al salir de la trinchera solo veo cadáveres de mis compañeros y de los enemigos; cuerpos que se retorcían sin brazos, piernas, intestinos afuera, otros que ardían; trozos de metal que hacían un rastro hacia el BT-7-2 destrozado; la nieve que cubría el suelo era enteramente roja de la sangre esparcida de los cadáveres y agonizantes. Parecía que hubiese entrado al mismo infierno solo faltaba el diablo, ¿o era yo?...
Cuando salgo de los abismos del infierno noté que me quede sin balas, empero eso no me detuvo. Revise los cadáveres de mis colegas y recogí todas las municiones que pude, cogí otra PPSh-41 y al registrar los cadáveres me dí cuenta que no veía por ninguna parte a Yuriy. Sin permitirme descanso alguno, lo busque por todas partes.
Llegue a una ciudad desconocida por mí, y lo seguí buscando. Cuando encontré un edificio, el cual parecía seguro, entre en él y me dispuse a registrarlo. En uno de los piso se hallaba solo, sin nadie aparentemente, un francotirador finlandés en el cuarto nivel superior. Sin moverme demasiado para que no me oyese, me acerqué por detrás pero, en el momento que quise entrar en la habitación, choque contra uno de los pequeños escombros que se cayeron del nivel de arriba y que en el choque producido rodó levemente e impactó contra una mesita haciendo caer un insignificante pedazo de madera.
Al sacar mi Tokarev de la funda y virar la vista hacia él ya no estaba mas –“es un maldito Harry Houdini”- dije sorprendido al ver que ya no estaba en su antiguo lugar. Entre sin pensar en la habitación y recibí terrible golpe en la cabeza que me desmayé.
Al despertar me pregunto: -¿estaré en el cielo o en el infierno?-; -si con infierno te refieres a la guerra por la que estamos pasando, pues en ese caso todo estamos inmersos en él-. Al oír esas palabras cogí rápidamente mi arma y apunté en la dirección en la que oí esa voz. –Cuidado, no vayas a matar a alguien- dice la, hasta ahora desconocida voz, pero al ver a quien estaba apuntando noto que era Yuriy.
Boris: -¿Como me encontraste?-
Yuriy: -Pasaba por aquí y pensé en tomar una siestita para recuperar fuerzas cuando veo que un finlandés te apuntaba en la cabeza con un rifle M35 y dije –probaré mi puntería con mi Mosin-Nagant-, y bueno, creo que le dí…-
Boris mira a su alrededor para ver si lo había matado; y efectivamente era así, el finlandés recibió un tiro en la cabeza del cual nadie, absolutamente nadie podría haber sobrevivido.
Boris: -Eres un desgraciado comediante trágico. Lo eliminaste con un disparo espectacular y haces una historia cómica de ello-
Yuriy: -Cuando menos dame las gracias por haberte salvado la vida-
Boris: -¡Qué gracias!, si lo tenía todo bajo control… solo que tú interferiste… bueno, no halemos mas del tema y busquemos al resto de la división…-
Yuriy: -Podrás buscar y lo único que encontrarás serán despojos tirados-
Boris: -¿Qué quieres decir con eso?-
Yuriy: -Que todos han sido asesinados-
Boris: -Bueno, en ese caso, solo nos queda esperar los refuerzos y aguantar a las tropas finlandesas que pudieran venir-
Yuriy: -¿Nosotros dos?... creo que el golpe te afectó demasiado, mejor descansa un momento…-
Boris: -¡Nada de descansos!... y ese golpe no fue nada para mí… apresúrate y ayúdame, debemos arreglar este edificio de tal manera que nadie pueda entrar.-
Boris y Yuriy trabajaron todo lo que quedaba de día y una parte de noche para que el edificio sea totalmente inaccesible. Pusieron barricadas por un lado, otras por otro, trampas por acá trampas por allá, encontraron un par de granadas a las cuales ataron una cuerda muy fina pero resistente de la cual al jalarla quitaría el seguro a la granada haciendo quedar al enemigo como desechos de carnicería, en fin, etcétera.
Llegó la noche y en lo único que pudieron pensar era en descansar para poder seguir luchando al día.
A la mañana del día siguiente se despertaron al oír el sonido de una granada que explotó y supieron que el momento de luchar había llegado. La adrenalina fluía por sus venas como las aguas del río Varzuga y sus corazones parecían pistones de lo exageradamente rápidos que latían. -Comenzó el juego- dijo Yuriy; -¿esto te parece un juego?- respondió Boris.
Boris: -Tu ve por la derecha que yo me dirijo a la izquierda-
Yuriy: -Entendido-
Boris se encontró con 7 finlandeses en otra de las habitaciones del cuarto nivel superior a los cuales mató rápidamente por detrás usando su PPSh-41. Luego caminó por el resto de las habitaciones buscando señales de vida enemiga pero no halló ninguna. Al decender discretamente al tercer nivel por la escalera de la izquierda se chocó contra 20 finlandeses que parecían armar una estrategia de ataque. Se detuvo un momento para analizar sus oportunidades de supervivencia si los enfrentaba frente a frente pero por mas que la viera y reviera no tendría oportunidad de ganarles, pero recordó que tenía granadas de palo y decidió usarlas. Subió 4 escalones a la escalera y luego activó su granada y contó 7 segundos, luego arrojó la granada y ascendió hasta estar totalmente a salvo en el cuarto nivel. Tras esperar unos segundos descendió y observó que su estrategia había dado resultado. Siguió avanzando y se cruzó con Yuriy en el segundo nivel quien se hallaba sentado y recostado contra la pared junto a su Mosin-Nagant. Corrí rápidamente hacia él para ver que era lo que le sucedía.
Boris: -¡Yuriy, Yuriy!... ¡que tienes amigo, que tienes!...
Yuriy: -Hambre mi querido amigo, hambre… no he comido en horas-
Boris: -¡Idiota!... ¡estamos en plena guerra y tú solo piensas en comer!... no puedes ser mas estúpido…-
Yuriy: -Es una de las necesidades básicas de la vida… además si no como no puedo pelear al cien por ciento…-
Boris: -¡Levántate, todavía quedan finlandeses a quien exterminar!-
Ambos llegaron juntos al primer nivel donde se toparon con 85 finlandeses. No sabían que hacer ante tal desventaja. Se escondieron tras una enorme mesa que estaba tumbada lateralmente y debatieron céleremente sobre sus posibilidades de éxito, pero la batería de ideas que tiraron solo llevaban al fracaso y muerte de ambos.
Ante ninguna posibilidad de sobrevivir, solo podían hacer una embestida que los llevaría a la muerte segura pero que por lo menos morirían con honor y valentía. Cuando se dispusieron a realizar tal proeza, escucharon una cantidad extraordinaria de disparos y al levantar la cabeza por encima de la mesa solo vieron a los finlandeses total y completamente acribillados. – ¡Llegaron los refuerzos!- gritaron ambos.
- ¡No disparen, no disparen… somos rusos también!- gritaron fuertemente ambos mientras se ocultaban al costado de la puerta principal para prevenir cualquier duda.
- ¡Tiren sus armas!- les respondieron…
Arrojaron sobre la espesa nieve sangrienta las armas con las que estuvieron asesinando y asesinándose a sí mismos.
- ¡Muéstrense! –exclamaron…
Ambos salieron con las manos por encima de sus cabezas.
- Muy bien soldados, pueden bajar las manos… identifíquense...
Boris: -Boris Smirnov, señor… primera división-.
Yuriy: -Yuriy Kuznetsov, señor… segunda división-.
- General Alexey Morózov, general de la quinta división… bienvenidos al juego. Esta noche descansaremos y recuperaremos fuerzas con los alimentos que traigamos. ¿Les parece bien este edificio?-
Boris: -General, si me permite, creo que no es muy buena idea permanecer en este lugar-
General: -Explíquese por favor, ¿Por qué cree que no es muy buena idea?-
Boris: -Primero: el lugar es una ruina… segundo: está muy desprotegido y tercero: es muy susceptible a ataques. Me parece que deberíamos buscar un lugar más adecuado y un poco escondido, ya que un ataque sorpresa podría ser una ventaja para nosotros-
General: Ustedes dos –señala a dos soldados que estaban cerca de la entrada al edificio-, inspeccionen el lugar… buena idea soldado, con esas ideas será ascendido muy rápidamente…
Soldado 1: -El soldado Boris no miente, el lugar esta en ruinas. Al parecer una granada estalló demasiado cerca de uno de los pilares principales del edificio, estoy verdaderamente sorprendido de que no se aya desplomado aún.
Soldado 2: -Si no me equivoco, estos soldados tuvieron una mini guerra aquí adentro. Hay cuerpos esparcidos por todas partes, algunos han sido alcanzados por las metrallas de la granada-.
General: -Busquemos todos otro lugar donde descansar. Atacaremos a esos malditos fineses cuando el alba se cierna sobre nosotros-.
Las divisiones se separaron para buscar mejor un escondite y lugar de asedio hasta que encontraron uno que parecía bueno. Se encontraba metido entre un par de árboles y la nieve lo recubría casi totalmente. La entrada a duras penas se veía. Y en los alrededores había lugares perfectos para tender trampas.
El general ordenó a sus 5 francotiradores que buscasen buenas posiciones desde donde poder atacar. Enterraron minas terrestres por el único camino por donde podrían pasar los tanques y la infantería. Posicionaron sus morteros y sus tanques T-60 en lugares ocultos.
A la mañana siguiente todos se ubicaron en sus posiciones de combate, pero no pasaba nada. Esperaron, esperaron por mucho tiempo, nada ocurría. Llegó el ocaso, casi fallecía el día, hasta que un francotirador divisó algo que se acercaba por el norte, a unos 3 kilómetros de distancia. Son 3 divisiones enteras de 50 hombres cada una; 2 divisiones de caballería compuestas por 10 tanques cada una. Entre la infantería hay ametralladores, lanzallamas, bazuqueros y soldados con rifles. Y entre la caballería se encuentran los mejores tanques que tienen los fineses. El general al mando ordena que estén atentos hasta que él diera la orden de atacar.
Cada vez que daban un paso, mi corazón y el de los demás se aceleraban. Les mentiría si les dijera que no tengo miedo, pero la verdad era que tenía miedo pero había algo que me hacía luchar contra él y me daba mas ganas de ir y luchar contra ellos. Ardía y me helaba, ambas cosas a la misma vez. Desde que comenzó la guerra he tenido estas raras e inexplicables sensaciones.
Los enemigos estaban a casi nada de nosotros; cuando el general nos dio la orden de atacar. Primero se la dio a los francotiradores, ellos eliminaron a mucho de ellos, principalmente a los que traían lanzallamas. Solo bastaba un tiro en cada tanque para lograr que ellos, y los que estaban cerca de ellos, ardieran hasta quemarse enteramente hasta la inevitable muerte. Con eso consiguieron eliminar muchos soldados.
Luego de esto, el general ordenó que todos disparen a discreción, incluyendo a los tanques y a los morteros. Así, la mayoría del ejército finés resultó eliminado.
Pero ellos no se rendirían tan fácilmente. Atacaron con todo lo que tenían. Estaban provistos de muy buenas armas, también poseían algo hasta el momento desconocido por nosotros. Se trataba de una especie de granada hecha con una botella de vidrio llena de una mezcla de gasolina y aceite, con una mecha de tela embebida en gasolina, dicha mecha se encendía para luego arrojarlas. Esto era muy eficaz contra los vehículos, ya que el arrojarlas, como es de suponer, la botella se rompía y la mezcla de gasolina/aceite quedaba expuesta a la mecha en llamas haciendo una pequeña explosión incendiaria.
Con esta nueva, barata y demasiado efectiva arma, lograron eliminar fácil y rápidamente a todos nuestros tanques. Mientras los francotiradores seguían eliminando enemigos, nosotros lidiábamos contra el ejército de frente. Creo que habré vaciado 2 cargadores de mi PPSh, pero así como perdía cargadores, también mataba a muchos fineses. Hasta que de pronto mi arma se trabó frente a un enemigo; por suerte tengo mi ángel guardián, mi mejor amigo, que siempre me está cubriendo la espalda…
Yuriy: -Deberías ser mas rápido, por lo menos hubieras sacado tu pistola…-
Boris: -Muy gracioso, ahora tendré que buscar un arma nueva-
Yuriy: -Toma, te regalo esta, se la robé a uno de nuestros compañeros muertos-
Boris: -Esta bien, pero con un solo cargador no voy a poder hacer mucho-
Yuriy: -No te preocupes, tu amigo Yuriy siempre está un paso delante de ti, también le robé un par de cargadores, con 5 creo que es mas que suficiente-
Boris: -Si, es mas que suficiente. Pero no voy a poder llevar más que dos cargadores-
Yuriy: -Bueno, en ese caso tendré que cargar los que quedan por si tú o alguien más los necesita-
Ambos rodearon una casa en ruinas para poder atacar nuevamente a los fineses que quedaban vivos. Pero el ataque no fue necesario, porque los fineses, al ver que ya no podían hacer nada por defenderse, decidieron rendirse y los pocos que quedaban fueron llevados a una cárcel como rehenes de guerra.
Así pasó una de las guerras entre los fineses y los rusos.
Luego de ese pequeño percance, viajaron al encuentro del séptimo ejército, el cual atacaría la Línea Mannerheim de 130 kilómetros de longitud para luego ocupar la ciudad de Viipuri y dirigirse a Helsinki. Sin embargo, el viaje fue cancelado, ya que el general recibió una notificación en la cual le permitía volver a Leningrado con toda la infantería que estuviera bajo su mando. Por supuesto que aceptó sin ningún titubeo. Empero, eso no era lo que yo quería, pero las heridas que tenía necesitaban atención médica urgentemente, así que no tuve otra opción que ir a Leningrado.
“13 de marzo de 1940, una delegación finesa viajó a Moscú para redactar el tratado de paz que fue escrito por ambas partes. Nuestros dirigentes exigían la ciudad de Hanko y el norte del lago Ladoga.
Al final de la guerra, los fineses perdieron 10% de su territorio, 17% de su sistema ferroviario, 17% de su capacidad eléctrica, 10% de la zona de agricultura y un 11% de sus bosques. Según lo que dicen las noticias, el ejército fines perdió 25000 soldados y mas de 55000 heridos de su total de 150000 soldados iniciales. En nuestro bando, tuvimos alrededor de 270000 bajas del total inicial de 450000 soldados, pero el gobierno intentó desmentir esta cifra, debido a que produciría un descontento de la población y los países pensarán que somos un blanco fácil e inexperto. Esto ya es una masacre y según los antiguos, todavía no se viene lo peor… espero que estén equivocados…”
Luego de tratar mis heridas, la guerra continuaba, pero yo no pude volver. Estuve en rehabilitación durante el resto del año. Entre los meses de enero y mayo estuve realizando un nuevo adiestramiento para recordar como utilizar mis habilidades. Y para el 22 de junio me encontraba en la guerra nuevamente.
“22 de junio de 1941, el líder alemán Adolf Hitler, llevó a cabo la “Operación Barbarroja”. Ésta consistía en atacar tres frentes de los nuestros al mismo tiempo, Leningrado, Moscú y Kiev y los ejércitos que atacarían esos blanco fueron denominados del Norte, del Centro y del Sur.
Nuestro líder sacrificó todo para salvar la capital (Moscú), el punto de unión de las redes ferroviarias y de las carreteras y nuestro principal centro industrial.
A Yuriy lo enviaron al Moscú, mientras que a mi me trasladaron a para defender el centro industrial Krivoyrog.”
En cuanto llegaron, los alemanes atacaron con todo su potencial. Varios de los grupos fueron eliminados en un parpadeo. Todo era aterrorizante, en un momento no sabía si sobreviviría o moriría. Pero luego de matar a uno de los alemanes que se infiltró al bunker donde me encontraba, mis instintos asesinos aparecieron de la nada, todo en mí cambio drásticamente, pareciese que el mismo diablo me hubiese poseído. Tomé tranquilamente mi rifle y mi metralleta, junté varias granadas y salí del bunker para enfrentarme cara a cara con los enemigos, por algún motivo quería ver como se retorcían luego de que le disparara en sus órganos vitales desprovistos de protección mayor a las de sus huesos, tejidos y vestimenta. Sentía la necesidad de ver sus entrañas y las partes de sus cuerpos que por el fuego de las armas o los vehículos de guerra fueron arrancados.
Corrí apresuradamente por el campo de batalla matando a cuanto enemigo podía para poder llegar al edificio donde se encontraban las municiones y armas de fuego más potentes. En el camino tropecé con uno de los cadáveres desmembrados y al caer me torcí el tobillo, por lo tanto no tenía más opciones que arrastrarme al edificio o quedarme a intentar matar a los enemigos hasta que me quedara sin municiones o me mataran ellos a mí.
Disparé a quien se cruzaba frente a mí y luego de un par de segundos un saldado de rango menor al mío me arrastró hasta llegar al edificio desde el cual podríamos someter fácilmente al enemigo.
Boris: -Muchas gracias soldado, le debo mi vida… espero poder hacer lo mismo por usted en algún momento. ¿Cual es su nombre?-
Grigoryi: -Mi nombre es Grigoryi señor, y no fue nada, cualquier soldado hubiese hecho lo mismo en esta misma situación, solo que yo me adelanté a ellos-
Boris: -Muy modesto de tu parte, ahora ayúdame un poco mas, debemos eliminar al enemigo para poder vivir en paz-
Grigoryi y los demás soldados se ubicaron en todos los pisos, mientras que Boris agarró un rifle de francotirador y en el techo se tiró boca a bajo para desde allí eliminar a cuanto enemigo pudiera.
Los alemanes, no cedieron ni un momento y sin previo aviso para nosotros entraron por todas partes, eliminando a casi todo el pelotón. Para suerte mía, al estar escondido en el techo, ellos no me vieron, y luego de un para de horas después a la toma del edificio en donde nos encontrábamos por parte de los alemanes, me decidí a bajar. Cojeaba por la lesión en mi tobillo, éste estaba muy inflamado y apenas podía sentirlo debido al dolor, sino fuera por eso creo que no lo sentiría. A pesar de estar casi inválido por dicho dolor en el lugar ya mencionado, eso no me impidió descender.
Al caminar por los primeros pasillos del piso mas elevado del edificio solo veía sangre, y esta iba desde todas las direcciones hacia abajo. Yo, por mera curiosidad y porque necesitaba bajar, seguí el rastro de sangre. Descendí nuevamente, pero esta vez hasta el 5 piso. Observé hacia todas las direcciones posibles sin signo alguno que pudiera indicarme el paradero de alguno de mis colegas. Descendí otra vez, pero cuanto más lo hacía mas me dolía el tobillo. Por fin llegué hasta la planta baja, y todavía no veía vestigios de nadie. Caminé apoyándome por la pared y dí la vuelta en una de las puertas hasta poder llegar afuera.
Al salir del edificio inmediatamente noté una montaña que anteriormente no la había visto. Me acerqué para verlo más detenidamente. Cada vez que caminaba sentía como ardía pero sin embargo yo estaba más helado que la misma nieve por donde caminaba. Alcancé la enorme montaña, y al llegar a ella no pude creer lo que veía. Uno tras otro estaban apilados los cadáveres de mis colegas, por lo menos tuvieron la delicadeza de quitarles las chapas y apilarlas en una mesa improvisada para que uno de nosotros se las llevara.
Tomé un par de cócteles molotov y rocié su contenido sobre los cadáveres, luego tomé un encendedor que encontré al costado de la caja con los cócteles y con la unión de las mechas encendí la pila de cadáveres. Me senté, pensé y reflexioné mientras observaba como se quemaban mis colegas.
Boris: -¿Si Dios está con nosotros, quien está contra nosotros?... pienso que los nazis y yo no somos muy diferentes… ellos solo buscan vengarse por el mal pacto que se hizo y para evitar que vuelva a sucederles eso decidieron intentar dominar el mundo para que solo exista una sola raza única y perfecta… mientras que yo, busco vengarme del que me quitó todas mis ilusiones… quebrarle poco a poco cada uno de sus hueso, cortar cada uno de sus músculos, penetrar con un cuchillo cada uno de sus órganos hasta que sea irreconocible; luego usar sus restos como alimento para los cerdos y su sangre, con su sangre, pintar toda su tumba. Si es que eso no es lo que los nazis quieren lograr pues en verdad no sé cuales sean sus planes-
Me alejé casi arrastrándome hasta llegar a un vehículo cercano. Me subí y las llaves no estaban puestas; revisé por la guantera, no estaba; me fijé por el piso del vehículo, no aparecía; me fijé debajo del asiento, allí se encontraban. Lo encendí y en cuanto me dispuse a irme, oigo algo parecido a un pedido de ayuda, giro mi cabeza hacia atrás y no veo nada; miro hacia la derecha y apenas alcanzo a ver una pequeña silueta recostada sobre el piso, inmediatamente me dirijo hacia allá con el vehículo.
Al llegar, identifico al muchacho rápidamente, era Grigoryi, estaba muy mal herido, apenas podía hablar. Con la mayor velocidad posible con mi tobillo en mal estado, lo meto sin duda alguna en el transporte. Conduje a toda prisa hacia el pelotón mas cercano, pero me doy cuenta que este quedaba a unos 11 Km. de distancia y pienso que la gravedad de las heridas de Gregoryi no le dejarían aguatar por mucho tiempo. Metí mi pie hasta el fondo del acelerador y surqué el espantoso terreno, mientras tanto Grigoryi seguía sangrando y mi tobillo me dolía cada vez más y más.
En cuanto llegamos grité hasta quedarme sin aliento pidiendo auxilio, todos venían apuradamente a auxiliarnos y yo le dije que lo atendieran a Gregoryi primero, que yo podía aguantar un poco más. Sin embrago, al venir muchos soldados en nuestra ayuda, nos llevaron a ambos, cada uno en su propia camilla y se dirían hacia lugares de las instalaciones médicas separados. A mi me dieron un poco de morfina para tranquilizar el dolor, pero eso casi no me hacía efecto, así que tuvieron que anestesiarme por completo e instantáneamente perdía el conocimiento.
Al despertarme lo primero que hago es gritar el nombre de Gregoryi. Lo grité dos veces, y justo antes de gritar por tercera vez un soldado me pidió que hiciera silencio. Le pregunté donde se encontraba Gregoryi, el sujeto con quien vine, el me dijo que estaba en la siguiente sala. Intenté levantarme, pero por algún, al apoyar el pie en el que me había lastimado el tobillo perdí el equilibrio y me caí. Estando en el suelo observo mi pie para intentar descifrar que era lo ocurrido y al verlo, veo que ya no estaba, alguien me lo robó, mejor dicho, algún médico me lo quitó.
Grito desesperadamente por mí pié.
Boris: -¡Mi pié!, ¡que le hicieron a mi pié!... ¡quiero que me lo devuelvan!... ¡No quiero ser un miserable inválido por el resto de mi vida!...-
El tipo que estaba con migo me ayudó a recostarme de nuevo, y me explicó que el fue el responsable de amputarme el pié. Me dijo que al llegar, el que parecía muy mal herido era Gregoryi, y eso estaba muy claro, pero también me dijo que yo tenía una infección muy grave en mi pié, que si no hubiéramos amputado, la infección hubiese hecho estragos en toda mi pierna, luego la misma infección haría enfermar a los demás órganos hasta llegar al corazón, al pulmón y hasta el cerebro, provocando la muerte.
Boris: -¡Pero por qué se infectó, si solo me lo torcí!, o eso es lo que yo pienso por lo menos-
El respondió explicándome que el se había fisurado en uno de los metatarsos y que eso en muy poco tiempo, casi a una velocidad increíble, generó pus. En muy poco tiempo el pus se dispersó por los músculos de mi pie que a su vez se convirtió en gangrena.
Boris: -Entiendo… después hablaremos de eso, ahora quiero saber como se encuentra Gregoryi, ¿está bien?-
Me contesto de forma muy suave, suspirando y diciendo que la gravedad de las heridas, sumados a la gran cantidad de pérdida de sangre junto con las pocas herramientas que tenemos no nos dejó hacer mucho por el muchacho. Lo siento, pero el chico falleció casi al instante de ingresar a la sala de operaciones. Yo no podía creerlo, le dije que algún día lo salvaría yo a él y ahora ese día nunca llegará.
Yo ya no sabía como afrontar las cosas, me sentía tan cansado de toda esta matanza, de todo lo sucedido ya no le encontraba el más mínimo sentido a la vida. Llegué a pensar que si me mataba iba a terminar todo, que solo me convertiría en un alma más del purgatorio y que de ahí iría al infierno por haber matado a tantas personas que en circunstancias diferentes estoy seguro de que hubiéramos sido amigos. En ese momento tomé un rifle que estaba junto a mi cama e intenté matarme pero el sujeto con el que estaba me lo impidió y me sedó, inmediatamente caí desvanecido.
Al despertar, escucho muchos disparos que al parecer provenían de afuera. Supe que los alemanes habían alcanzado este punto. Entonces me levanté, y brincando sobre mi pié sano busqué un arma para ayudar a mis compañeros.
Me acerqué a la puerta y fui empujado sin previa advertencia y me desplomo fuertemente sobre el piso lleno de sangre por los demás soldados en estado crítico. Observo a mi atacante que me apuntaba con su MP44 y justo detrás de éste se acerca un pelotón más. Los demás soldados enemigo matan sin piedad alguna a mis colegas en mal estado, mientras que mi atacante parece disfrutar de mi incapacidad de moverme y defenderme. Por fin se decide a matarme, y justo antes de jalar del gatillo intento alcanzar rápidamente mi arma, pero no lo logro y soy disparado en el hombro. Solo quiere divertirse viendo mi sufrimiento, luego me dispara a sangre fría tres veces terminando así con mi existencia…
Con lo poco de vida que me queda termino de escribir estas lineas y finalizo pidiendo disculpas a mi amada y a Yuriy, a mi amada Raisa por no haber cumplido con lo que le prometí y a mi amigo Yuriy por no poder verlo más, espero que tu si sobresalgas y que te conviertas en alguien muy exitoso y un héroe nacional. En cuanto a mi amada Raisa estoy seguro que algún día, luego de que yo aya cumplido mi penitencia, nos volveremos a ver…
domingo, 31 de agosto de 2008
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